"Como las vacas al tren" suele ser una metáfora que se usa para describir una situación de asombro a algo que está sucediendo sin saber qué hacer ni como actuar. Pero en este caso no fue el tren (que no discurre por estos lares desde hace años) sino el helicóptero de Salamanca antes de despegar camino del hospital.
Era pronto y había llegado el médico pidiendo algo para comer.
Y dice con esa sorna que le caracteriza: bueno, pues lo que sea. No nos dio tiempo ni a pensarlo. Sin darnos cuenta habíamos pasado el puerto de La Hoya camino de la comarca de El Barco de Ávila. Una carretera que de noche suele estar muy concurrida por animales y que hay que ir siempre con los cinco sentidos.
Cuando llegamos ya sabíamos que el helicóptero volaba hacia nosotros y había que buscar un sitio cómodo. La Nacional 110, le dije al piloto, No sin antes comprobar el punto kilométrico y las condiciones de aterrizaje. El pueblo en cuestión no estaba como para muchas florituras. La arboleda existente nos obligó a bajar hasta la carretera nacional para buscar un sitio cómodo.
Allí estaba. Mirando como pasa el tiempo, sobre un pedestal como si fuera el género femenino del toro de Osborne. Esos que aún quedan en las carreteras como patrimonio cultural y artístico de España. La silueta de la vaca era graciosa. Con un collar estilo fiesta de los 16 años como atrezo. Miraba al helicóptero cuando despegó camino del hospital como si nunca jamás hubiera visto nada igual. Y me resultó gracioso inmortalizar la escena para dejarla como recuerdo.
Tras el despegue y con polvo hasta las cejas nos volvimos a la base para empezar a preparar la comida. Nos dio tiempo a comer. Hoy sí.
¡Ah! me voy de vacaciones... vuelvo a mediados de mes.
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